9.18.2009
ENELPAISDELORONEGRO
Doy vueltas y vueltas.
¡¡ooohhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!!
Sácame, sácame del PAISDELORONEGRO, del PAISDELORONEGRO.
Me acuerdo de como lloraban los perros y de cómo, en el cajón de la cómoda, junto a la dentadura postiza del abuelo había una libreta escrita con una letra muy pequeña. Le habíamos conferido el poder de escribir nuestras vidas, le habíamos permitido espiarnos mientras nos desnudábamos antes de la siesta. Me acuerdo perfectamente de como al descubrir por primera vez la libreta, nos habíamos mirado con una cierta complicidad, con un gesto de atrevimiento y de desafío que nos asustó. Sabíamos que nuestra vida, la de los dos, estaba allí escrita y aunque no nos daba miedo, preferimos no mirar y bajar corriendo las escaleras hasta el patio abrasado por la luz del mediodía. Sabíamos que si hubieramos leído tan solo una línea estaríamos condenados a seguirla al pie de la letra por eso, cuando la luz del sol nos inundó la cara, nos pusimos a dar saltos como locos.
Era el año 1962.
La sombra de un enorme perro hambriento con los ojos abrasados de sangre ocultó por unos segundos el sol. Junto a la hamaca de tela a rayas había abierto un periódico en el que se anunciaba que en la Lora se había encontrado petróleo.
¿Por qué me es tan doloroso este recuerdo?
Me arrancaré la memoria como si fuese una muela y la arrojaré al otro lado de la tapia, más allá de las huertas y de las serpientes.
¡¡ooohhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!!
¡¡Sácame, sácame del PAISDELORONEGRO, del PAISDELORONEGRO1!
He de volver este invierno, hay algo que he olvidado.
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